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COP30: reducir el metano, clave para mantener vivo el objetivo de 1.5 °C

La COP30, que se celebrará en noviembre de 2025 en Belém, Brasil, se perfila como un momento crucial para redirigir los esfuerzos globales hacia la reducción acelerada de emisiones y el compromiso  de garantizar una transición justa y sostenible. Ya desde la Climate Week NYC, la directora ejecutiva de la COP30, Ana Toni, destacó durante un diálogo de alto nivel que reducir las emisiones de metano en el sector de los combustibles fósiles es esencial para disminuir el ritmo y la magnitud del calentamiento global.

Así, Ana Toni, afirmó que reducir las emisiones de metano en el sector de los combustibles fósiles será uno de los temas centrales en  esta COP; y es que la declarada emergencia climática, ya también reconocida en la OC 32/2025 de la  CorteIDH, exige la adopción de acciones que permitan desacelerar el ritmo del calentamiento global y con ello, cumplir con los objetivos del Acuerdo de París. 

En ese marco, se ha reconocido que la reducción del metano, en el corto plazo, puede hacer una gran diferencia; de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el metano representa un tercio del calentamiento global causado por la actividad humana, y su reducción es una de las estrategias más rápidas y rentables para limitar el calentamiento máximo a corto plazo. 

Por ello, la COP30 debe servir como plataforma para impulsar compromisos concretos dentro del marco del Global Methane Pledge, promover la actualización de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC 3.0) con metas más ambiciosas, y avanzar hacia una transición justa que garantice empleos dignos,  capacitación técnica y protección social para las comunidades afectadas por la descarbonización.

Asimismo, además del abandono progresivo de los combustibles fósiles, la gestión adecuada de residuos y desechos orgánicos deberá ocupar un lugar prioritario en la agenda climática, dado su papel en la generación de metano y otros contaminantes. Reducir las emisiones de metano, actualizar las NDC con metas ambiciosas y asegurar una transición justa no son sólo aspiraciones, sino compromisos éticos con las generaciones presentes y futuras. Estas acciones inciden directamente en el goce y ejercicio de los derechos humanos, derechos  que en América Latina han sido reconocidos con rango constitucional, y que deben guiar la acción climática de los Estados de la región.

La COP30 se presenta, así, como una oportunidad histórica para convertir las promesas en  acciones reales  y hacer de la justicia climática una realidad. 

La voz de CANLA